
Como terapeuta especializado en terapia pareja, me encuentro a menudo con parejas que, pese a hablar mucho, no logran resolver sus conflictos. Han leído sobre comunicación, han intentado ser más empáticos, incluso han pactado “hablarlo todo”… pero las discusiones se repiten, los temas se enquistan y el malestar se mantiene.
La realidad es que hablar no siempre es suficiente. Lo importante no es solo cuánto hablamos, sino cómo, desde dónde y con qué capacidad real de escucharnos mutuamente. En terapia de pareja, trabajamos precisamente ese punto: qué está impidiendo que la comunicación sea efectiva y reparadora.
Cuando la palabra se vuelve trinchera
Muchas discusiones de pareja parecen conversaciones, pero en realidad son intercambios defensivos. Hablamos, sí, pero no nos encontramos. Cada uno se atrinchera en su posición, repite argumentos como un mantra, interrumpe, se anticipa a lo que el otro va a decir o responde desde el reproche.
La comunicación defensiva genera distancia emocional, aunque se pronuncien muchas palabras. No se escucha para comprender, sino para defenderse o tener razón. Y en ese terreno, es difícil construir puentes.
Desde mi experiencia en terapia pareja granada, acompaño a las parejas a identificar estas dinámicas y a generar un espacio diferente: más seguro, más lento, más consciente.
Bucle emocional: el mismo conflicto con distintas formas
Otro de los motivos por los que hablar no basta es que las parejas se quedan atrapadas en lo que llamamos bucles emocionales. Es decir, patrones de interacción que se repiten una y otra vez: uno reclama, el otro se cierra; uno sube el tono, el otro se aleja; uno evita el conflicto, el otro insiste hasta la exasperación.
Estos bucles suelen tener raíces profundas, que van más allá del motivo superficial de la discusión. Muchas veces están relacionados con nuestros estilos de apego, es decir, la forma en la que aprendimos a vincularnos afectivamente desde la infancia.
Por ejemplo:
- Una persona con apego ansioso puede necesitar constante validación emocional.
- Una persona con apego evitativo puede sentirse abrumada por la intensidad emocional.
- Juntas, estas formas de estar en el vínculo pueden generar malentendidos persistentes, incluso si hay amor.
En terapia de pareja, exploramos estos patrones no para buscar culpables, sino para entender cómo se activa el dolor emocional en la relación y cómo podemos aprender a desactivarlo juntos.
Del reproche al entendimiento
Para que una conversación realmente sane, no basta con expresarse. También hay que poder sostener lo que el otro trae. Esto implica:
- Hablar desde el “yo siento”, en lugar del “tú siempre”.
- Escuchar sin interrumpir ni anticiparse.
- Validar la emoción del otro, aunque no la compartamos.
- Pedir lo que se necesita, en lugar de exigirlo o esperar que el otro lo adivine.
- Reconocer los propios errores sin caer en la culpa.
Esto no siempre es fácil. Por eso, muchas parejas eligen iniciar un proceso de terapia pareja como un espacio para aprender herramientas, detener los automatismos y crear nuevas formas de encuentro.
¿Cuándo buscar ayuda?
Si sentís que vuestras conversaciones terminan siempre igual, que los temas se repiten sin resolución o que cada vez estáis más lejos a pesar de hablarlo todo, puede ser un buen momento para buscar acompañamiento.
En mi consulta de terapia pareja granada, ofrezco un espacio seguro, profesional y cercano para que podáis reconectar desde un lugar más claro y consciente. También podéis acceder a este proceso en modalidad online si os resulta más cómodo o vivís fuera de Granada.
Hablar es importante. Pero hablar desde la presencia emocional, el respeto y la responsabilidad afectiva, puede marcar la diferencia.